The Tribe

The Tribe
Con puro cine visual, sin concesiones y apostando por un planteamiento audaz, «The Tribe» es una película sin diálogo audible ni subtítulos, pero toda una dura reflexión sobre la alienación y la construcción de la sociedad contemporánea.

Esta impresionante ópera prima ucraniana, a pesar del reconocimiento que ha tenido en Cannes, se presenta con una distribución demasiado limitada para un estilo de película que difícilmente se ha visto antes. «The Tribe» sorprende por su forma, impacta por la contundencia de sus escenas y conmociona por su historia.

El director Myroslav Slaboshpytskyi ya había usado la sordomudez en su cortometraje de 2010 «Glukhota» como el principal rasgo diferencial de sus personajes y también como elemento formal clave. Con «The Tribe» logra configurar por completo una historia donde todos los personajes son sordomudos, se expresan únicamente en lengua de signos, y no necesita añadir ningún elemento escrito ni auditivo para crear una comunicación clara y vigorosa con el espectador. En la película no hay palabras habladas, subtítulos, doblajes o incluso música que pueda enfatizar lo que se muestra en pantalla. Myroslav Slaboshpytskyi evidencia que ninguno de estos elementos resulta imprescindible y con «The Tribe», su primer largometraje, reivindica la visualidad y corporalidad puesta en pantalla, demostrando que con la expresividad de sus impresionantes actores no profesionales, una sólida puesta en escena y una potente historia se puede construir una narración cinematográfica extremadamente poderosa y absorbente. En realidad, las únicas personas que pueden entender todo el diálogo contenido en la película son gente que conozca la lengua de signos de Ucrania, dadas las diferencias que presenta la lengua de signos en cada país, pero no es una película concebida para un público con este conocimiento.

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Myroslav Slaboshpytskyi escribió el guión y el diálogo de cada personaje como si fuera una película con diálogos audibles, y aunque se aseguró que lo expresado por sus actores se ajustara a lo escrito en el guión, el propio director tampoco sabe expresarse en lengua de signos y ha necesitado asesoramiento continuo durante el rodaje. La elección de Myroslav Slaboshpytskyi es principalmente formal y es parte intrínseca de la estructura del filme, un elemento organizador fundamental que ha tenido que proteger prohibiendo en los contratos de distribución la posibilidad de que se subtitule. Las consecuencias de esta decisión formal son fascinantes, tanto para la narración como para la posición en la que coloca al espectador: aumenta la sensación de alienación de los personajes, del espectador frente a ellos y potencia el propio título de la película. Fuerza a que el espectador, sin la posible distracción de diálogos o subtítulos, centre toda su atención en la imagen, en el habla física de los actores y hace que el espectador se involucre por entero en descifrar lo que sucede ante él. Al mismo tiempo que se crea un énfasis en la fisicalidad de los personajes, se incrementa la percepción de que estos alumnos de una escuela para jóvenes sordomudos forman un grupo cerrado, una pequeña comunidad aislada con sus propias normas, funcionamientos y jerarquías.

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«The Tribe» no es una película que se pueda calificar como sutil y ninguna de las 34 escenas que la componen es ligera. Posee una apariencia de realismo casi visceral, pero se ha logrado mediante un control absoluto. Cada escena está enormemente ensayada durante una semana entera y posteriormente se rodaron unas 16 tomas para cada una. El idear la película con un lenguaje que el espectador no va a entender y dejar toda la transmisión de información a la fisicalidad del cuerpo obliga a relegar la sutileza en favor de la energía y dureza, para así fomentar una mayor claridad en la lectura de sus escenas. Es algo necesario dada la falta de apoyo de un diálogo entendible y en algunas ocasiones, como en la escena de las camisetas de Italia, se han necesitado ciertos refuerzos visuales ligeramente forzados. Sin embargo, Myroslav Slaboshpytskyi ha optado por hacer de la necesidad un rasgo cualitativo, de la imposibilidad de la insinuación velada un arma con la que impactar al espectador. Las escenas de sexo son explícitas, las escenas de violencia son fríamente agresivas y hay secuencias, como la de una operación ilegal, que superan con creces el límite de la incomodidad. Al igual que Gaspar Noé en «Irreversible» y su famosa escena de violación o incluso en su menospreciada «Enter the Void», la cámara de «The Tribe» no tiene miedo en quedarse fija, aséptica y narrar con crudeza.

The_Tribe_4Su tono altamente frío y su puesta en escena sin diálogos audibles no son elementos gratuitos, y fácilmente podrían haber caído en el simple efectismo. Ambos funcionan magníficamente para crear un relato con posos de «La naranja mecánica» y «El señor de las moscas», una nueva versión sobre el clásico tema de la entrada en la madurez donde la juventud contemporánea, y su forma de estructurase socialmente en un mundo que les deja de lado, presenta resultados más que inquietantes. Vale la pena destacar que «The Tribe», a pesar de ser una película ucraniana que disecciona la idea de sociedad, no es una cinta que presente intencionalmente una alegoría de los tiempos políticos actuales que vive el país. Fue una película que se ideó a partir de los recuerdos de su director acerca de la escuela para gente sordomuda que había frente a la suya y que se empezó a producir en 2010, con bastante anterioridad a los recientes acontecimientos y, aunque tal vez permita una lectura sobre su presente más inmediato y el legado post-Soviético, no es esta crítica concreta la que concibió su director. La violencia, la explotación humana, la progresiva deshumanización, el dinero como finalidad principal son los elementos sobre los que pivota la organización de esta pequeña sociedad y mediante los cuales se configura una jerarquía interna y las relaciones interpersonales. Como metáfora de la realidad cotidiana puede parecer extrema pero, si así fuera realmente, dada la falta de contextualización y explicaciones, uno tendría muchos más problemas en entender a esta incipiente sociedad cerrada y su forma de estructurarse. El hecho de poder inferir su funcionamiento casi de inmediato, de poder identificar el rol de cada personaje, de reconocer las implicaciones de cada acción y situación, es síntoma de nuestra proximidad a la realidad descarnada que muestra. El filme puede ser una alegoría sobre Ucrania, pero los indicios de la desesperanza deshumanizada que expone con crudeza son completamente palpables en cualquier sociedad europea.

«The Tribe» es una película que deja al espectador noqueado en su asiento mientras pasan los silenciosos títulos de crédito. Durante sus dos horas y diez lo único que se ha podido escuchar ha sido el sonido de pasos, golpes y gestos de manos, pero es una película que sigue hablando tras concluir su visionado, volviendo repetidamente a la mente. Al final, la originalidad de su puesta son los cimientos para su narración. Sí es cierto que «The Tribe» presenta un acercamiento posiblemente no realizado anteriormente, parte del mérito que le valió tres premios en Cannes, pero queda al servicio del impacto que causa. Es forma al servicio del contenido. Pocas películas golpean causando la conmoción que logra «The Tribe», una película dura, extremadamente dura, pero toda una experiencia cinematográfica con mucho que decir.

Cartel The Tribe

Ficha técnica:

Director: Myroslav Slaboshpytskyi.
Intérpretes: Hryhoriy Fesenko, Yana Novikova y Rosa Babiy.
Año: 2014.
Duración: 126 min.