Los recuerdos

Los recuerdos
La combinación entre la ligereza de la comedia y la carga emocional del drama hacen de «Los recuerdos» una película tan agradable de ver como sensible. Su planteamiento intergeneracional, sus amenas actuaciones y el perfecto control de su tono logran que sea un filme que cualquier adulto entre 20 y 100 años puede disfrutar y salir de la sala de proyección con una honesta sonrisa, consiguiéndolo además de una forma inteligente y humana.

El punto de partida de esta película francesa es una familia y los tres periodos de transición que viven tres miembros pertenecientes a generaciones distintas. La abuela, interpretada por la veterana Annie Cordy, a sus 85 años y poco después de fallecer su marido, es puesta en una residencia tras sufrir un accidente doméstico a pesar de sus reticencias. Su hijo, recién jubilado con 62 años e interpretado por Michel Blanc, no sabe qué hacer consigo mismo y su actitud daña su matrimonio, una relación cansada por los años. El nieto de la familia de 23 años, el más protagonista del filme al ser el punto de focalización, interpretado con encanto por Mathieu Spinosi, es un joven agradable y perdido que quiere ser escritor pero quien se adentra en la edad adulta con trabajos precarios y buscando su gran historia de amor. Son tres cambios vitales que asustan y que obligan a cada personaje a valorar su propia existencia. Expresado así suena excesivamente dramático y podría haberlo sido, pero la película sabe introducir oxígeno, vivacidad y alegría en casi cada secuencia, elevando en todas sus escenas la emotividad tamizada por la tristeza o la dosis de cotidianidad que presentan.

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Si bien la puesta en escena y la labor de dirección son ambas discretas y dan al filme un aspecto costumbrista, esta misma apariencia de sencillez se encuentra en la superficie del guión, pero su interior es mucho más complejo y medido. El guión se confeccionó a dos manos, entre el director Jean-Paul Rouve y el novelista David Foenkinos, y se complementan a la perfección. En Francia, David Foenkinos es un escritor enormemente apreciado y de gran éxito, principalmente gracias a su novela «La delicadeza» publicada originariamente en 2009, cuya adaptación cinematográfica protagonizada Andrey Tautou la realizó él mismo junto con su hermano, y su reciente novela «Charlotte», con la que ganó en 2014 los premios Renaudot y Goncourt des lycéens. Jean-Paul Rouve viene del humor y de la comedia teatral del grupo Les Robins de Bois, física y un tanto disparatada, quien en el cine es conocido principalmente por su faceta de actor. En 2007 también dio el salto y se ha puesto tras la cámara en dos ocasiones más con títulos de corte muy diferente («Quand je serai petit» y «Sans arme, ni haine, ni violence»). Juntos logran confeccionar una historia con doble profundidad, donde cada comento ahonda tanto en lo más cómico como en lo más dramático, y dotan a cada personaje principal y secundario de una chispa especial. No hay ninguna interacción desaprovechada, ni ningún personaje que no aporte algo particular y relevante a la película.

los_recuerdos_3Sin embargo esta liviandad en su desarrollo no merma el hecho de que la película contenga una complejidad a lo largo de su desarrollo que invita a la reflexión vital. A pesar de las apariencias, a medida que progresa hacia su conclusión, al recapacitar sobre lo que muestra, su mensaje puede no ser tan esperanzador. Los tres personajes principales se enfrentan a tres momentos diferentes y miran hacia tres tiempos distintos. La abuela, sin futuro y con un presente condenado, mira al pasado. El padre, a raíz de su jubilación, se tiene que enfrentar con su presente que puede no ser de su satisfacción, y el nieto intenta construirse el futuro que quiere, siendo el único que realmente puede. Son tres edades de la vida destinadas a un desenlace final conocido por todos, y por eso, tan simbólicamente, la película comienza con un entierro al que el joven llega, lógicamente, tarde. Al final, lo que queda como consuelo, es el poder revivir los recuerdos. Si «Los recuerdos» fuera una simple comedia tendría que, según marcan los cánones desde los tiempo de la Grecia clásica, terminar con un gran final feliz. Como el resto de su desarrollo, es un final melodramático, cubierto de ligereza aunque más cargado de lo que aparenta su superficie, pero fluido como toda la película.

«Los recuerdos» difícilmente ganará grandes premios o pasará a los anales de la historia cinematográfica. Tampoco lo busca. Es una película que discurre sin grandes efectos técnicos, profundas introspecciones interpretativas ni golpes de efecto. Su falta de ostentación le permite conseguir algo que muchas veces es extremadamente complejo de alcanzar: empatizar, divertir, ser entrañable y emocionar a la vez a todo tipo de público. «Los recuerdos» no está hecha para dar otro sentido a su título y ser recordada como un clásico, pero es un pequeño entretenimiento con corazón y alegría que se disfruta con jovialidad.

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Ficha técnica:

Director: Jean-Paul Rouve.
Intérpretes: Mathieu Spinosi, Annie Cordy y Michel Blanc.
Año: 2014.
Duración: 93 min.
Idioma original: francés.