1944

Soldado y niña en socavón
Con una gran producción y una gran puesta en pantalla, «1944» es un filme sobre la Segunda Guerra Mundial que explora los acontecimientos sucedidos en Estonia, un país que quedó atrapado y dividido entre dos grandes potencias. Su análisis histórico y su búsqueda para cerrar heridas dentro de la sociedad estonia permite adentrarse en la historia del país y a la vez incita a realizar un ejercicio crítico, puesto que el discurso que presenta no está vacío de contenido ni libre de problemáticas.

«Solo los muertos ven el final de la guerra» es una cita atribuida a Platón, una reflexión acerca de la prolongación, secuelas, consecuencias y reverberaciones que deja cualquier conflicto armado. En los últimos años se han hecho muchas películas sobre la Segunda Guerra Mundial, las más conocidas ensalzan la espectacularidad del conflicto siguiendo el modelo de Steven Spielberg y su «Salvar al soldado Ryan», adentrando al espectador en los campos de batalla. Otras, como la danesa «Flammen & Citronen» o la noruega «Max Manus», presentan historias, la mayoría poco conocidas fuera de sus fronteras nacionales, sobre la resistencia en estos países ante la ocupación nazi. Sin embargo, solo hay un número limitado de cintas que reflexionan acerca de lo sucedido en muchos de los países de Europa del Este durante este traumático periodo, un momento histórico de enorme complejidad que, como en el caso de Estonia, ha dirigido el curso de su historia y ha marcado a su sociedad hasta el día de hoy.

1944

Para poner en antecedentes al espectador, «1944» se inicia con un texto presentando el escenario fratricida que supuso la Segunda Guerra Mundial para Estonia, un país limítrofe con Letonia, Finlandia y Rusia que actualmente cuenta con un millón trescientos mil habitantes. El resumen histórico que presenta la película comienza en 1939, a raíz del pacto soviético-alemán de no agresión, en el que se decidió que la República de Estonia, junto con otros países como Finlandia, Letonia y Lituania, quedaba bajo influencia rusa. En 1940, Stalin derrocó al gobierno de Estonia y anexionó el país. Las cifras varían en función de las fuentes pero alrededor de 55.000 personas fueron deportadas, ejecutadas o forzadas a unirse al Ejército Rojo. En 1941 el país vivió un cambio de régimen con la invasión nazi, recibida inicialmente con cierta ambivalencia e incluso simpatía en algunos momentos, la cual se manifestó en forma de voluntarios que se adhirieron al ejército nazi gracias a la promesa de luchar contra la ocupación rusa y así liberar a Estonia. La realidad fue mucho más sangrienta y desgarradora. Bajo dominio alemán, el texto de la película indica que alrededor de 72.000 personas fueron movilizadas por el ejército nazi durante este periodo, hasta 1944, un resumen que no destaca el Holocausto, la muerte de civiles, el exterminio y la purga a la que se sometió a los Estonios. Es en este año de 1944 que, como indica su título, arranca esta película dirigida por Elmo Nüganen, el momento en el que el Ejército Rojo vuelve a entrar en el país durante los últimos compases de la guerra. La película no explica las consecuencias del final de la Segunda Guerra Mundial pero sus hechos forman parte de la historia reciente. Estonia volvió a ser anexionada a la URSS, decenas de miles de personas fueron deportadas a Siberia durante la segunda mitad de los años cuarenta, hubo recolocaciones masivas y un proceso de rusificación con sus luces y sombras durante los 45 años siguientes que el país formó parte del Bloque del Este. Esta historia es similar en otros países, como Letonia y Lituania. Con la Perestroika, en 1989 la Revolución Cantada cogió la suficiente fuerza para que en 1991 se declarara oficialmente la independencia del país, hoy miembro de la Unión Europea.

La división social y humana nacida en la Segunda Guerra Mundial es lo que el director Elmo Nüganen quiere examinar. Es un ejercicio complejo y conflictivo, que arroja conclusiones igualmente ambiguas e incluso problemáticas. La película, siendo un filme bélico que en sus diez primeros minutos demuestra que las escenas de acción que contiene están hechas con gran tensión, espectacularidad y virtuosismo, es sin embargo claramente antibelicista. Para ponderar la división que sufrió Estonia, el propio filme se divide en dos secciones, una primera protagonizada por soldados estonios en la Waffen-SS alemana y una segunda liderada por soldados estonios en el Ejército Rojo. Al realizar esta división, la película busca un equilibrio entre ambas partes y construye una narrativa en la que escenifica a los estonios como gente atrapada por dos potencias foráneas, vía que emplea la película para hacer surgir la reconciliación.

1944

Sin embargo, en el desarrollo del filme, surgen varias sutilezas de grandes consecuencias. La más significativa es que esta división que realiza, tanto en peso como en acercamiento a cada bando, nunca es completamente igual ni emocionalmente equilibrada. El Ejército Rojo es presentado con un aura de mayor hostilidad, con una mayor dureza, y además se enfatiza el control ideológico de Moscú mediante la figura de un comisario político más centrado en ejecutar a gente no comprometida con la causa que en ganar la guerra. Por el lado contrario, se destila cierto poso de simpatía hacia las tropas estonias en la SS, exaltando incluso en exceso su desapego a Hitler con una escena donde se mofan de su retrato, que incitan al espectador a ver al ejército alemán con menos reticencias y animadversión que al Ejército Rojo. Aún teniendo en cuenta el resentimiento que habrán generado 45 años de pertenencia a la URSS, esta es una lectura que no cierra la herida, resultando altamente conflictiva y, aunque la película se esfuerza en suavizarla y nunca busca una apología del ejército nazi, las consecuencias de esta visión son muy problemáticas.

Otro aspecto que genera una gran reflexión en su visionado es el mensaje último del propio filme, así como las ramificaciones que tiene implícitas. Según se llega al final de la película se da a entender que la reconciliación de una sociedad dividida por una disputa que enfrentó fratricidamente a conciudadanos pasa por reconocer que el elemento unificador en ambos lados era la propia identidad como estonios, y que solo a través de un sentimiento de nacionalismo patriótico se puede reunificar a la sociedad. Ésta es una idea también de complejas y problemáticas consecuencias al fomentar la identidad patriótica como solución a una grave crisis heredada, y la película no quiere entrar a analizar posicionamientos ideológicos que pueden constituir otras causas de la división. Además, el concepto de ciudadano estonio ha cambiado con la historia, puesto que actualmente, en Estonia, una cuarta parte de la población es de ascendencia rusa, con lo que una visión nacionalista de lo que constituye la identidad estonia es altamente cuestionable.

1944

«1944», como película, destaca en múltiples frentes cinematográficos. Tiene una loable factura, notables interpretaciones, una intención reflexiva que no desmerece la tensión narrativa que crea y es un alarde del cine que puede crear Estonia, industria que el año pasado ya conquistó a la crítica con «Mandarinas», una cinta de corte muy diferente pero que también explora la forma en la que se puede convivir dentro del odio. Elmo Nüganen, director de «1944», es un hombre principalmente de teatro y, como actor, fue uno de los protagonistas de «Mandarinas». Como director cinematográfico solo tiene otro largometraje en su currículo, «Nombres en mármol», una película sobre la lucha por la libertad de Estonia ante la Unión Soviética durante la Primera Guerra Mundial. Sus dos títulos han sido grandes éxitos en Estonia, siendo «1944» una cinta que batió records de taquilla en su estreno y la película fue elegida como candidata al Óscar.

Así «1944» resulta siendo una ventana hacia un pedazo de historia a menudo poco conocido y del cual, recordando la cita de Platón, seguramente aún no se ha visto su final. La historia que muestra es compleja y de difícil resolución, donde los hechos, sentimientos y emociones siguen sin ver el final del conflicto. Algunas de las reflexiones y conclusiones que efectúa la película deben ser cuestionadas y evaluadas, y es la realización de este acto de cuestionamiento por parte del espectador el que da sentido a la película, puesto que le obliga a reexaminar una parte del pasado europeo, exigiéndole que nunca pierda su espíritu crítico para dilucidar las motivaciones y el discurso ideológico que hay detrás. Sin este análisis crítico, se corre el peligro de que su conflictivo posicionamiento ideológico quede enmascarado por el desarrollo narrativo.

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Ficha técnica:

Dirección: Elmo Nüganen.
Intérpretes: Marko Leht, Maiken Schmidt y Mait Malmsten.
Año: 2015.
Duración: 100 min.
Idioma original: Estonio, ruso y alemán.