Crónica de una muerte anunciada

Congreso de los diputados
La primera parte del espectáculo llegó a su fin. Ahora empieza la segunda, de pronóstico tan oscuro como la primera. Es de prever que la puesta en escena a la que hemos asistido en las últimas semanas por parte de todos los partidos continúe sin muchos cambios, entre otras cosas porque la mayor parte de sus actores están presos de su papel, y difícilmente pueden escapar a un guión implacable.

Para entender mejor la trampa en la que están aherrojados los protagonistas de esta complicada función, puede resultar útil meterse en la piel de cada uno de ellos, e intentar ver las cosas desde su perspectiva.

rajoy-te-odiaSupongamos, por ejemplo, que yo soy Mariano Rajoy. He ganado las elecciones, a bastante distancia de la segunda fuerza, y soy el líder incontestable de la derecha. Me he ganado la presidencia. Pero tengo un problema: importantes sectores que antes me apoyaban ahora presionan para que me aparte. Creen que la supervivencia de mi partido depende de que sea sometido a un buen lavado. Y miran con simpatía a este Rivera, que se me está subiendo a las barbas. Saben que tengo el partido podrido, y que puede haber mucho debajo de las alfombras, incluso tal vez más de lo que yo mismo sé. No puedo irme y perder el control. ¡quién sabe qué puede hacer, o revelar, quien me sustituya! Pero, si no me voy, pueden intentar tumbarme por medio de la justicia, puede aflorar un rosario de escándalos en estos dos meses… el partido puede quedar en las próximas elecciones hecho unos zorros… y yo no me veo liderando la oposición… ¡Qué angustia! No me queda otra que aguantar sin mover pieza, y que sea lo que Dios quiera…

O sea, nuevas elecciones, y ya veremos qué pasa.

psanchezPongámonos ahora en la piel de Pedro Sánchez: Caray, casi consiguen echarme. Los de mi partido, claro. Para sobrevivir he tenido que tirarme al monte, abjurar del Partido Popular y acercarme a mi principal enemigo, Podemos. Menos mal que a Pablo Iglesias no le interesa de verdad pactar conmigo, que si no ya me veía con un gobierno completamente inestable, con puestos clave controlados por los antisistema, y la andaluza dándome la vara a mis espaldas. Y lo he hecho bastante bien, aunque esté mal que yo lo diga. Pero lo jodido viene ahora: ya no tengo otro discurso, y si lo del gobierno inestable era mala cosa, el no formar gobierno e ir a elecciones es peor: si no mejoro los resultados anteriores es posible que mi vida política se haya acabado. Y si pacto con Podemos y los nacionalistas, que es la única forma de alcanzar la presidencia, los de casa me lapidan. Siempre le puedo echar la culpa a Podemos, pero no sé si eso aún cuela. Estoy empezando a tener complejo de mariposa: hermosa pero de vida breve. Estoy condenado.

O sea, nuevas elecciones, y ya veremos qué pasa.

Soy ahora Albert Rivera. Caramba, en muy poco tiempo he pasado de ser un pequeño partido catalán a liderar la oposición en Cataluña y tener un importante papel en España. Incluso puedo pensar en llegar en un futuro no muy lejano a la presidencia del gobierno. Estoy en el centro, pero los dos personajes que tengo a derecha e izquierda no se soportan y no quieren saber nada el uno del otro. ¡Con lo bien que me hubiera venido una vicepresidencia! Pero este Rajoy no mueve ficha, a saber qué o quién le tiene cogido por los huevos. Y Sánchez es como un náufrago agarrado a una tabla, solo piensa en sobrevivir. Es capaz de tragar lo que sea, incluso a Pablo Iglesias (por cierto, cada vez que pronuncio este nombre a Garicano le sale un sarpullido, así que prefiero ignorarlo). Es verdad que los de arriba, y no quiero dar nombres, y si no todos, sí unos cuantos, apuestan por mí, pero la derecha carca aún sigue aferrada a Rajoy, y esto no parece tener remedio. Hay que joderse.

O sea, nuevas elecciones, y ya veremos qué pasa.

Pablo IglesiasY ahora me quito la chupa y me quedo en mangas de camisa (a pesar de que hace un poco de frío): soy Pablo Iglesias. Sé que no me conviene entrar en el gobierno, todavía. Podemos, aun con mucha gente valiosa, está verde. Necesita un periodo de decantación, y liderar un tiempecito la oposición nos vendría muy bien. Además, el sorpasso al PSOE es imprescindible para imponer políticas de izquierda, porque aunque sus votantes y militantes son mayoritariamente de izquierda, sus direcciones han sido hasta ahora de centro o centro-derecha, y eso siendo generosos. Antes yo lo había dejado bien claro: solo podemos pactar si superamos en votos al PSOE, y aún no lo hemos conseguido. Pero claro, a ver quien repite eso ahora, si hasta Manuela Carmena me ha pedido el pacto. Y Pedro intentando echarme la culpa todo el tiempo, manda huevos. Menos mal que cuando me aprietan les saco lo del referéndum, y ahí se para todo. Eso sí, me parece que en estos dos próximos meses voy a tener que aguantar más de un chaparrón. Ojalá pasen pronto.

O sea, nuevas elecciones, y ya veremos qué pasa.

Izquierda-Unida-Alberto-Garzon-Marta_EDIIMA20130520_0380_4Y por fin, me encarno en Alberto Garzón, ya saben, ese tipo del que se dice que es el yerno que toda suegra querría tener. Sé que le caigo bien a la gente, aunque me han ocultado tanto que casi nadie sabe lo que propongo. Eso sí, llevo estampado el sello de izquierda en la frente, y eso imprime carácter. Mi problema es, además de la ley electoral, que me ningunean. Mis rivales me ningunean. Muchos de los nuestros –lo de nuestros es un decir– me ningunean. O me ignoran. Soy la guinda que preside el pastel de un improbable pacto. Y me duele, porque llevo a un millón de votos detrás, y eso merece un respeto. Y a mí, si se repiten elecciones, no me vendrá mal; seguro que algún decepcionado se arrepiente de votar a otros. El problema es el gasto, porque andamos sin un duro, y la campaña sale cara. Y las cuitas internas, que no cesan.

O sea, nuevas elecciones, y ya veremos qué pasa.

No sigo. Ando cansado de tanto meterme en otros cuerpos, así que dejo a los de Esquerra, DyL, Bildu, CC, PNV y el tránsfuga a solas con sus vísceras. Hay tiempo, el telón no bajará hasta dentro de dos meses.

Y ya veremos qué pasa.

* * *

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