El sermón: Las máscaras de la política

Miguel Riera

En el momento en que se escriben estas líneas todavía no se han llevado a cabo las elecciones municipales y autonómicas españolas; los partidos aún están en la fase de defender las propuestas que contienen sus programas, por desgracia ocultando a veces sus verdaderas intenciones. Antes de los pactos –aparentemente inevitables– las máscaras, los disimulos, cuando no las mentiras, son flagrantes. Antes de los pactos todo el mundo está por la igualdad, por los derechos sociales, por las libertades, por la transparencia, por la protección de los más débiles… Después… veremos.

Algunas de las máscaras que hemos visto en la campaña ofrecían la promesa de un futuro amable e inverosímil. Ahí tenemos al PP, por ejemplo, prometiendo bajar los impuestos por un lado y comprometiéndose por otro con la UE a un nuevo recorte de 18.000 millones, y sin tocar ni sanidad ni educación; algo huele a podrido en esa promesa. Eso por no citar alguna ocurrencia de Ciudadanos, o de algunos candidatos a las alcaldías que parecen haberse levantado un buen día con la imperiosa necesidad de decir la primera estupidez que les pasara por la cabeza. Algunas de esas ocurrencias tienen poco que ver con el enmascaramiento; son simples bufonadas de quien tiene poco que decir.

De modo que aquí no quería yo sacar a relucir pequeñas miserias como esas, sino llamar la atención de algún enmascaramiento notable que merece una atención mayor y más profunda que la que hasta ahora le han dado los medios de comunicación. Me refiero a Podemos y Ciudadanos, y su posicionamiento en relación con los ejes izquierda-derecha y arriba-abajo.

La maniobra de Podemos, al desplazar el tradicional eje horizontal derecha-izquierda al vertical arriba-abajo, ha cambiado en buena parte el terreno de juego de la izquierda. Este ya no está marcado –o al menos eso es lo que le gustaría a Podemos– por cuestiones de naturaleza ideológica, aunque sí por lo que a fin de cuentas también es lucha de clases. Podemos es un proyecto que no quiere situarse en el eje izquierda-derecha, pero que el propio Pablo Iglesias ha definido como populismo de izquierdas. Y no puede olvidarse que el impulso inicial que catapultó a esa formación hasta convertirla en primera en intención directa de voto en las encuestas, provenía claramente del campo de la izquierda. Es decir, que Podemos se sitúa en la izquierda. Oh, pero no, que solo está con los de abajo. Pero sí, que los de abajo son de izquierda. Pero no, que ser de izquierda ya no mola. Pero sí, que Pablo insiste en que él sí que es de izquierda (entonces, ¿quién no lo es en Podemos?). Pero no, que hay que ser posibilista, y ganar. Pero sí, que hay que ser fiel a los principios… En fin, un lío, sobre todo para los que andamos flojos de neuronas para la comprensión de sofismos y alambiques, como es mi caso.

Pero para enmascaramiento, el de Ciudadanos. He aquí que en sus estatutos se define como una formación de centro-izquierda. Y para celebrarlo, le encarga el programa económico a uno de los economistas más brillantes de… la derecha neoliberal. Y para completar el desplazamiento a la izquierda (permítaseme la ironía) el programa fiscal se lo redacta un asesor de la FAES.

Hay, me parece a mí, demasiado camuflado suelto. Y el camuflaje puede funcionar durante un tiempo, pero colar colar, no cuela.

Ahora, queridos lectores, llega el momento de la verdad: el momento de los pactos. Quién está con los de abajo y quien contemporiza con los de arriba. Quién se aferra a un supuesto sentido de la responsabilidad para sus pactos contra natura. Quien piensa desde la izquierda y quien piensa desde la derecha.

Veremos también quién traiciona a sus votantes y cómo lo justifica.

Veremos quién llevaba máscara y quién hablaba con verdad.

Empieza el baile.