
Continuamente, los ministros explican al pueblo
lo difícil que resulta gobernar. Sin estadistas
el trigo crecería hacia abajo, en vez de hacia arriba.
Ni un pedazo de carbón saldría de las minas
si el gobernante no fuese tan inteligente.
Sin el ministro de Propaganda
ninguna mujer podría quedar embarazada.
Sin un ministro de la Guerra
jamás habría guerras. Y ¿se atrevería a salir el sol
sin la autorización del Führer?
Es poco probable; pero si lo hiciera,
aparecería sin duda por un lugar equivocado.
2.
También es difícil, según dicen,
dirigir una fábrica. Sin un empresario
las paredes se desmoronarían y las máquinas se oxidarían.
Si en algún lugar se hiciera un arado
nunca llegaría al campo sin
las explicaciones del industrial a los campesinos: ¿Quién
podría, pues, informarlos sobre los arados? ¿Y què
sería de la propiedad rural sin terratenientes?
Sin duda alguna, se sembraría el centeno
donde ya había patatas.
Si gobernar fuera fácil
no serían necesarios espíritus tan esclarecidos
como el del Führer.
Si el obrero supieran utilizar su máquina
y el agricultor supiese distinguir un campo de un molde
para hacer macarrones
no habría necesidad de patrones ni terratenientes.
Pero como la gente es tan estúpida,
preciso es que haya algunos con gran inteligencia.
¿Y no será que gobernar resulta tan dificultoso
debido a que la explotación y la mentira
son cosas difíciles de aprender?