Living the dream

Sí, un sueño, pero un sueño que va a cumplir cincuenta años de existencia. La veterana banda Uriah Heep, formada allá por 1969, en el efervescente Londres en el que se estaban sentando las bases del rock que se habría de escuchar durante las siguientes décadas, en 2018 sacó nuevo disco, el vigésimo cuarto en estudio de su carrera, titulado Living the dream, una estupenda entrega que los coloca, de nuevo, en el centro del mundo del hard rock. Y con el disco, una gira que los trae a España, a Barcelona, Madrid y Bilbao.

 

A Madrid le tocó el día 26 de enero, en la sala Mon, un local que se quedó pequeño para recibir a una formación legendaria que está disfrutando un extraordinario momento, cargado de fuerza, y respaldado por el apoyo de muchos fans que nunca los abandonaron, y de otros tantos que parecen estar ahora descubriendo el valor de un grupo determinante en el surgimiento del rock duro y sus desarrollos progresivos.

Es cierto que, en la actualidad, el único miembro de la banda original es el carismático Mick Box, un guitarrista infatigable, tenaz, que dota a su instrumento de un sonido peculiar, característico, que define los solos del grupo, y es cierto que hubo momentos en los que la banda parecía no encontrar la ruta adecuada para mantener la atención de un público cuyos gustos iban cambiando a lo largo de tantos años. Pero también es verdad que, desde hace ya tiempo, Uriah Heep, volviendo a su esencia, a su espíritu de siempre, ha conseguido instalarse en el circuito de actuaciones y festivales siendo siempre una garantía de solidez y calidad. Un éxito.

Bernie Shaw, cantando con espléndida voz, ha asumido desde 1986 el legado de la banda, y lo interpreta impecablemente, así como Phil Lanzon controla las teclas en un grupo en el que, desde siempre, su instrumento fue una seña de identidad, cuando Ken Hensley se encargaba del órgano. Russell Gilbrook tomó hace una década el relevo, en la batería, de Lee Kerslake, y les aseguro que la aporrea con una contundencia sobrecogedora y precisa. Son, junto a Davey Rimmer, marcando el ritmo al bajo, los Uriah Heep que pudimos disfrutar en esta gira soñada.

Un concierto, el de Madrid, impecable, sólido, evocador, rápido, con momentos para la nostalgia e ilusión por el futuro. Fueron quince temas perfectos, inapelables, recuperando para sus actuaciones un añorado Too scare to run, una canción veloz, potente, directa, de su anterior época, que muchos echábamos de menos en sus directos. Abrieron con la primera composición de su último disco, Grazed by heaven, que recupera a los Heep más duros, y continuaron intercalando clásicos de siempre, Return to fantasy, Rainbow demon, con otros cuatro temas de la última entrega, para entrar, en la segunda mitad del concierto, en una fiesta que encadenó Gipsy, July Morning, Look at yourself, en el que Box se luce a placer, Lady in black, Sunrise y Easy living. Ahí es nada. Era inevitable salir de allí con una bendita sonrisa en los labios.

La noche la abrió una banda española de hard rock con influencias claras de los primeros Whitesnake, Monterrey, que cumplieron bien con su cometido, a pesar de algún problema con el sonido, incrementando las ganas de escuchar a esa banda de resonancias literarias, pues tomaron su nombre del personaje de Dickens, de David Copperfield. A continuación la espera se hizo larga, pero mereció la pena. No creo que nadie se sintiera defraudado: Shaw se presenta locuaz, entregado, buen director de ceremonias, y demuestra tener la voz en perfecto estado. Ver a Mick Box, con sus gafas oscuras y su melena blanca, sonriendo plácidamente, agitando su mano como lanzando ondas magnéticas, es un auténtico placer, y disfrutar, en 2019, de los temazos que interpretaron, un privilegio.

Uriah Heep han conseguido elaborar una perfecta mezcla de rock duro, potente, rápido, preciso, contundente, alternado con fantasía y ráfagas melódicas del mejor rock progresivo, el que ellos mismos contribuyeron a crear. A pocas bandas en activo les corresponde, con mayor justicia, la calificación de legendarias que a estos incuestionables y parece que incombustibles Uriah Heep, unos grandísimos Uriah Heep. Que no despierten de su maravilloso sueño.

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